![]() Desde que el hombre inventó la rueda se despertó una mágica y poderosa sensación, la de poder poner las cosas de la naturaleza al servicio de sus fines. Dejar de sentirse vulnerables frente a las circunstancias y encontrar las soluciones que estaban a la vista, colaborar con la naturaleza, no competir, hacerse amigos. Después de la rueda vinieron infinitas cosas, que nos llevaron hasta hoy, en que nos comunicamos desde un dispositivo de 10 cm con una persona que vive al otro lado del planeta. ¿Cómo no tener, en ese contexto, la ilusión de que el hombre puede controlarlo todo? ¿Cómo resistir a la tentación de ir dejando lentamente el asombro y la magia de sentir que la naturaleza colabora con nosotros, para pasar a la imagen del hombre superpoderoso que pone “los recursos a sus pies” y los utiliza sin reparos para servir a los objetivos, que él, el gran manipulador , piensa y decide que son los mejores. Hoy la naturaleza, nos pasa factura, - ya no tan colaborativamente -, de nuestro ego megadesarrollado que en su afán de extenderse y afianzarse , no supo escuchar y agradecer. En el mientras tanto , las personas no quedaron exentas de sufrir el mismo tratamiento. Más los grandes dueños de la tierra sentían que podían poner las cosas a su merced, más descubrían que , ¿por qué no? era posible hacer lo mismo con las personas, si después de todo, es un modelo que funciona para obtener “el bien común.” El modelo industrial que hiper desarrolló el esquema de dominación, trajo consigo un nuevo modo de abordar el problema de las relaciones sociales. Si podemos generar mecanismos para hacer que las fuerzas de la naturaleza se ordenen a nuestras necesidades, lo mismo debe suceder con las personas. Bienvenidos a la educación y a la política para todos y todas. Tengo el dudoso privilegio de trabajar en el estado desde hace más de 20 años y el aún más dudoso, de tener la educación como formación de base. Escuchar decir ”como podemos hacer para que tal o cual haga esto”, y ver que eso se intenta disfrazar de “convivencia” o de “acciones para el bien común” , toparse con los llamados “líderes” que se sienten orgullosos de “indicar el camino” y en esa travesía se llevan por delante a cualquiera que les diga que no, en definitiva, no haber visto otra cosa más que “mecanismos para la manipulación social “ a todo nivel (sindicatos, gerencias, empresas, gobiernos nacionales, provinciales y municipales, escuelas, obispados) me lleva a preguntarme, entre otras cosas, acerca de este modelo de producción industrial que intenta relacionarse con las personas como si fueran piezas de un mecanismo. Lo voy a decir simple. No funciona. Las personas no somos máquinas. Necesitamos conectar con nuestra identidad y con el sentido más profundo de lo que hacemos y sentimos, para dar lo mejor de nosotros. Los procesos sociales no se miden en números de folletos repartidos o de aperturas de páginas. Cada vez las empresas y gobiernos ponen más plata y recursos para garantizarse el control de las personas, en vez de simplemente arriesgar a colaborar, a escuchar, a construir comunitariamente. Pero claro, sí, no sabemos qué puede pasar, querido funcionario, quizás pierdas poder y dinero a costa de la felicidad compartida. Algo está pasando, muchos lo viven como una anomalía y empiezan a tomar “medidas” para resolverlo. Algunos jóvenes de hoy no quieren recibirse de nada, no se desesperan por hacer carrera, viven al día y priorizan la conexión con sus deseos y sueños. Bienvenidos los millennials , la generación que , como la naturaleza, empezó a decir que no.
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Marta bendomirreflexiones y aportes entradas
December 2019
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