![]() En el fondo de la caja, peleando por salir estaba la esperanza. Así dice el mito. Y parece que el mito vuelve una y otra vez a repetirse. Como Pandora abrimos una y otra vez la caja de las cosas que nos causan dolor y sufrimiento. Es lo que salta a primera vista, que todo está mal, que hay injusticia, que no somos felices y que la sombra nos envuelve más que la luz. Pero ella, la esperanza, no se avalanzó en primer lugar, se quedó esperando, susurrando, en el lugar pequeño y oscuro que le estaba reservado. Dejó pasar el ruido, el tumulto, la furia, la mirada avasallante y el miedo que genera parálisis. En el fondo de la caja, la esperanza no se apuró a salir, para revelar su gran secreto: que ella podía detener el dolor Primero tuvo que suceder que Pandora estuviera dispuesta a escuchar. Luego tuvo que suceder que Pandora tuviera el coraje de abrir la caja, liberara la esperanza y la dejara tocar su corazón. Pero puede suceder, que estemos demasiado distraídos para el amor. En su libro El largo camino hacia la libertad, en el que cuenta toda una vida de ardua lucha y sufrimiento, Nelson Mandela dice: “ jamás perdí la esperanza de que se produjera esta transformación. Siempre he sabido que en el fondo del corazón de todos los seres humanos hay misericordia y generosidad. La bondad del hombre es una llama que puede permanecer oculta pero que nunca se extingue.” ¿Cómo iniciar ese camino de toda una vida sin liberar la esperanza? ¿Podemos también nosotros, como Pandora, escuchar atentamente, lo que queda en el fondo de la caja, antes de dejarnos dominar por la desesperación o la violencia? Los invito, a mirar alrededor con ojos nuevos, con los ojos de la esperanza liberada.
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Marta bendomirreflexiones y aportes entradas
December 2019
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