Ego y disertación académica: de cómo perdemos el tiempo en procesos de capacitación inconducentes1/15/2016 ![]() Una vez un Gerente me llamó y me dijo: “Yo quiero que mi gente dé clases porque a ellos les hace bien”. Yo le contesté: “¿Y a mi qué me importa?”. La mayoría de los programas de capacitación que desarrollamos en nuestras empresas están obsoletos y no llevan a ninguna parte. Lamento ser portadora de malas noticias, pero así es. Años de explicar que el diseño de un proceso de aprendizaje no se trata tanto de transmitir, (si bien que alguien comparta su experiencia de aprendizaje, puede ser parte del mismo), sino de facilitar, no logran borrar el esquema alojado en nuestros discos rígidos que indica que los procesos de aprendizaje se basan en la transmisión de información. La facilitación consiste en poner a disposición del protagonista del proceso todas las herramientas necesarias para que pueda atravesarlo y transformar con éxito su paradigma actual, menos poderoso, más inhabilitante, en un paradigma superador que le abra nuevas perspectivas y caminos. Se trata simplemente de entender que el proceso de aprendizaje consiste en dejar ir el paradigma de resolución de un problema para reemplazarlo por uno nuevo que sea más efectivo, es decir que nos convierta en personas más plásticas, con mayores posibilidades de abordar situaciones con una emocionalidad estable y que nos abra nuevos niveles de profundidad en la relación con nosotros mismos, con los demás y con el contexto. Este proceso, el de facilitar, tiene como protagonista al propio aprendiz, y deja (¡ups!) un poco desdibujada la figura del “facilitador”. No se puede chapear mucho si los resultados son méritos del que aprende y no del que enseña. Los invito a viajar en el tiempo para explorar ambas experiencias y ver cómo impactan en nuestros propios modelos. Situación 1 Estoy en la escuela primaria y descubro que puedo relacionarme con los textos escritos para obtener datos, información , conocer experiencias, divertirme, y conectarme con mundos lejanos. En ese momento mi horizonte experimental se amplía en miles de kilómetros, atravieso la puerta de mi habitación, la puerta de mi casa, la puerta de la escuela y mucho más. Acabo de transformarme, ya no puedo ver el mundo como lo veía antes, mis acciones futuras están determinadas por un nuevo paradigma. Hoy aprendi algo nuevo. Hoy soy una persona nueva. Tengo miles de preguntas. Situación 2 Mi maestra me pide que recuerde de memoria una serie de datos cuya relación con mi vida cotidiana es escasa. Lo hago con éxito. Descubro que mi memoria es asombrosa y puedo recordar cuántos soldados murieron en la batalla de Oncativo. Mi maestra complacida me pone un 10. Mis padres me felicitan. Me dicen que soy muy inteligente. Yo siento que mi ego crece. El ego de mis padres y de mi maestra también. Todos se felicitan. Acabo de afirmarme en el mismo paradigma que tenia. Pude repetir datos. Hoy descubrí que eso le gusta a los adultos. Hoy di lección. Pude repetir habilidosamente lo que pensaron otros. ¿Cuál es la lección que sigue? ¿Es posible que sigamos repitiendo esta historia en nuestro día a día laboral? ¿Cómo se traslada ese proceso en nuestras organizaciones? ¿Cuándo aprendemos y cuándo alimentamos el sistema para que nada cambie? Les comparto algunas situaciones que deberían activar las alarmas:
Los invito a detenerse a reflexionar con una sola pregunta en la agenda: ¿para qué hago lo que hago?
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Marta bendomirreflexiones y aportes entradas
December 2019
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