![]() Son las diez y cada uno va tomando su puesto en la larga mesa de la sala de reuniones. Hay una sola cosa que sabemos todos. Nadie va a hablar de los verdaderos problemas allí. El clima claramente no es cómodo pero aparenta ser cordial. Mientras esperamos hablamos de cualquier tema, el tiempo, el dólar, las vacaciones en europa . El ambiente se puebla de frases vacías pero cordiales. Llegado el momento cada uno dirá lo que sabe que los demás quieren escuchar y sacará el discurso que tiene cuidadosamente preparado para garantizar que nada cambie. Salimos. “Pero ¿no le dijiste que tenés un enorme retraso con los trámites porque el nuevo sistema no funciona como esperabas?” pregunto . “No. ¿Estás loca? Mirá si lo voy a exponer a Ricardo delante de todos .Yo después me arreglo”, me dice mi amigo . Me siento mal, me pregunto si en verdad estaré loca, prometo callarme la próxima vez porque no quiero que piensen que tengo algo en contra de Ricardo. Me quedo pensando, en una vieja película italiana de Marcello Mastroianni “Siamo tutti bene”. Todos sabemos jugar este juego. Y pensamos que es inofensivo. Digo lo que quieren escuchar, hablo cordialmente, utilizo rutinas educadas y frases vacías. Mientras tanto nada cambia, tampoco en mi. Repito sin cesar y me aferro a mis hábitos y pensamientos mientras me felicito por estar actuando según las reglas, Sin embargo, si lo miramos desde el punto de vista del propósito de la organización, ¿a quién beneficia este modo de operar? Ciertamente no a los resultados, de los que no se habla, porque todo lo que trae problemas se esconde. “Yo sé como es esto”. “Lo arreglamos afuera, entre nosotros” son frases que escuchamos con naturalidad pensando que es lo que debe ser. Lo tenemos todo controlado. Hacemos alianzas de poder para hacer carrera, para ascender, para cumplir con los compromisos que tenemos, o aún más para tener una oficina más grande, más empleados, e incluso vendemos a nuestra madre por una fotocopiadora. Nos dividimos en bandos. Pero no lo decimos. Por fuera todo se ve de lo más ordenado. De repente se me aparece Don Corleone en El Padrino diciéndole a Sonny: “Nunca vuelvas a decir lo que piensas a alguien que no sea de la familia”.
1 Comment
Marcelo
4/16/2016 11:37:13 am
Excelente nota Marta! Para mi es más sano decir lo que se piensa y la verdad. Lo difícil a veces es hacerle entender al otro que el tema no es personal.
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Marta bendomirreflexiones y aportes entradas
December 2019
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