![]() “ El amor, que permite al otro, ser un legítimo otro, es la única emoción que expande la inteligencia." H. Maturana Parece que el amor es algo que debe quedar fuera del ámbito laboral. Cuando trabajamos, dice el imaginario popular, nuestras emociones deben quedar en un segundo plano. La idea de las personas como engranajes de una organización, como partes de una máquina perfecta, propia del modelo industrial del siglo XIX sigue predominando en la mayoría de los ambientes laborales de hoy. Sin embargo, ya es tiempo de agradecer los servicios brindados por el viejo paradigma y darnos la posibilidad de ingresar en el mundo de los seres vivos. En este mundo la emoción cumple un rol fundamental no solo para detenernos ante el peligro, sino para traccionar nuestros proyectos y amalgamar los equipos que los llevan adelante. La realidad es que, estamos presenciando el inexorable quiebre de los muchos controles sociales que encauzaron la vida en los dos últimos siglos. Ya no aceptamos un “se debe” como explicación y cada vez más los expertos en calidad de vida, nos enseñan a desafiar los “tengo que” como un modo de ser auténticos y felices. Ahora, la responsabilidad frente a los resultados, fruto de las decisiones que tomamos, empieza a quedar del lado de las personas, vistas como protagonistas. “Soy artífice de mi destino, soy el timonel de mi alma” decía Nelson Mandela, mientras generaba una de las mayores revoluciones de nuestros tiempos. En este nuevo escenario, los esquemas piramidales se derrumban y su elemento amalgamante: “el miedo” empieza a ser menos efectivo. La resistencia pasiva aparece en forma de ausentismo, falta de compromiso, rotación. ¿Cuál es la fuerza motriz de esta nueva época en la que somos invitados a dejar de lado el “ego” para generar entornos colaborativos y participativos? ¿Cómo transitar desde el paradigma del miedo y la escasez en donde la avaricia manda y destruye, al de la abundancia y la confianza que nos posiciona como líderes de nuestras vidas? El desafío de nuestros tiempos no es ya mandar y dirigir, sino habilitar y facilitar, confiando en que lo que tenga que suceder, sucederá. Pero para eso, es necesario abrevar en aguas nuevas. El amor, anímense a probarlo, es la única emoción que expande la inteligencia.
2 Comments
marcela
6/11/2015 08:24:15 am
Una genialidad como siempre! !!!!
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adrian
1/3/2016 04:40:22 am
Muy bueno , te lo copio ,permiso!!
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Marta bendomirreflexiones y aportes entradas
December 2019
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